
Mientras actuaba en La Orestiada, se me hizo evidente que un hippie pobre como yo no estaba en buenas condiciones de supervivencia. Tenía que conseguir algún trabajo, porque si no lo hacía, iba a seguir dependiendo de otros para poder comer y vestirme. Dormir era más sencillo: siempre había algún lugar en esa época.
Entonces sucedió que mis amigos, ex compañeros de Colegio y hippies Pedro Pujó, Rafael López Sánchez y Javier Arroyuelo habían conocido a Jorge Alvarez, el editor de libros. Todos necesitaban algún trabajo también, salvo Jorge, que ya tenía. Entonces, empezaron por organizar una compañía editora de posters. El nombre: Mano Editora. El Che Guevara, Perón, Marylin Monroe, Sartre, Jane Birkin, Norma y Mimí Pons, un caballo, los Beatles, Mao, Romeo y Julieta, fueron algunos de los temas. La colección era desopilantemente variada, las fotos y las impresiones muy buenas, eran grandes y eran atractivos para públicos diversos.

Poco tiempo después -muy poco tiempo por cierto, todo era muy rápido entonces, me parece que fueron dos meses-, se armó Mandioca la Madre de los Chicos. Mandioca porque era un alimento (sud)americano que empezaba con ma, y Madre de los Chicos porque así se decía a sí misma Dorita Loyber, mi propia madre, que tantas veces dio albergue y comida a los chicos. Se hicieron tres o cuatro discos simples (Manal, Miguel Abuelo, Cristina Plate), con una fantástica cubierta en tríptico diseñada y dibujada por Daniel Melgarejo. A mí me pidieron que redactara un texto para el disco de Manal, donde sostuve que el blues rioplatense empezaba ahora a ocupar el lugar del tango en el canto a Buenos Aires. Manal también empezaba con ma. Como Mano Editora y Mandioca. En noviembre de 1968 se presentaron los discos en el recital del teatro Apolo.
Unos meses después vendría el cuarto ma: Mambo Show. Pero ese será el tema de una próxima entrada. Mientras tanto, nos vamos a Mar del Plata.
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