El CONICET me había aprobado -para mi incorporación a su Carrera del Investigador Científico y Tecnológico-, un proyecto denominado PIDTA, o Proyecto de Investigación y Desarrollo de Tecnología Apropiada (Merlino y Rabey 1982).
En ese Proyecto, relacionado con el que dirigía entonces Amílcar Herrera en la Universidad de Naciones Unidas, nos proponíamos rescatar tecnologías tradicionales del campesinado indígena andino, combinándolas con tecnologías occidentales, a través de un proceso de experimentos locales, destinados a generar nuevas tecnologías apropiadas y a contrastar hipótesis de antropología social básica. Nuestra innovativa concepción de la antropología aplicada, no solamente divergía así profundamente de la visión desarrollista establecida por George Foster, sino que -difieriendo parcialmente del planteo de Georges Bastide- se proponía también como un camino para la producción teórica.
Obviamente, el planteo epistemológivo del Proyecto no fue comprendido por el medio académico argentino. En el CONICET, tuve que dedicarme a explicar algunas veces cuáles eran los resultados de mi trabajo, porque en general los investigadores que me evaluaban estaban convencidos de que yo hacía alguna especie de aplicación práctica de conocimientos generados por otros. No podían entender el núcleo de la idea: que los indígenas, los campesinos y otras personas sin formación universitaria generan conocimientos teóricos (como base de la generación de técnicas), algo que unos años después comencé a explicar detalladamente. Y que esa generación de conocimientos puede combinarse con la producción de conocimientos teóricos y técnicas característica de las profesiones universitarias occidentales modernas.
Todavía más de doce años después de mi reconocimiento como Investigador por parte del CONICET, en un Concurso para un cargo docente en el Seminario Anual de Investigación del Departamento de Ciencias Antropológicas de la Universidad de Buenos Aires, uno de los tres integrantes del Jurado dictaminó dejar desierto el Concurso (es decir, perdedores a los dos concursantes), porque la otra concursante no tenía antecedentes suficientes y yo no tenía producción en el campo de la antropología básica, sino en el de la aplicación práctica de la antropología. Los otros dos integrantes del Jurado, en cambio, sencillamente pusieron en primer lugar a la otra competidora, aunque uus antecedentes eran notablemente inferiores a los que yo ya había alcanzado, incluyendo una beca post-doctoral de la Comisión Fulbright.
Los que sí entendieron de qué se trataba mi propuesta fueron los jóvenes graduados de diversas disciplinas (antropología, arquitectura, biología), que se incorporaron a mi equipo -junto con algunos ingenieros e ingenieros agrónomos no tan jóvenes-. Y, muy especialmente, la propuesta fue comprendida por los tecnólogos nativos: los campesinos de varias familias de la puna de Jujuy (en la comunidad de Barrancas) y de la Quebrada de Humahuaca (en Tilcara y sus alrededores).
Varios campesinos se incorporaron con entusiasmo al Proyecto. En Barrancas, un pueblo de la puna donde pasaba casi la mitad de mi tiempo, en estadías de diez a quince días-, la comunidad entera estaba participando, de una manera u otra. En pocos años, habíamos diseñado conjuntamente, etre otros dispositivos:
- cocinas de ladrillos de adobe (barro crudo), uno de los mteriales de construcción básicos de la tecnología constructiva tradicional de la región;
- techos con los materiales tradicionales (cañas, barro), combinados con materiales de la experimentación tecnológica local (grasa, cal) y elementos provenientes del medio industrial (cemento, polietileno);
- semilleros de cultivos andinos, principalmente maíz, utrilizando como base organizativa el sistema tradicional de cultivo "al partir";
- arreglos para el mejoramiento de los planteles de llamas, también utilizando la técnica social tradicional de "al partir".
- resolviendo problemas prácticos,
- dejando una fuerte impronta local y regional,
- afirmando la identidad de estas poblaciones andinas -y entonces promoviendo la sustentabilidad cultural-
- usando recursos naturales locales en forma más eficiente -y entonces promoviendo la sustentabilidad económica y ecológica-
- fortaleciendo la autonomía local en la toma de decisiones -y entonces promoviendo la sustentabilidad social-.
Comprendimos que la ciencia es experimental -un atributo que el racionalismo epistemológico atribuye exclusivamente a la ciencia occidental moderna-, porque la cultura es experimental.
Comprendimos que el método experimental es propio de todos los sistemas de conocimiento.
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