Cuando llegamos de Brasil hacia fines de 1981, retomamos rápidamente nuestras actividades en GIDEA. Mercedes Viegas, que actuaba como Secretaria del Grupo, había organizado algunas actividades en la sede, incluyendo talleres de Ecología Humana y del Proyecto Aldeas.
También organizamos algunos talleres intensivos, de un día o dos, en mi casa en Pablo Nogués, en relación con el Proyecto Aldeas, junto con la sicóloga Silvia Nakache.
Poco a poco, me tuve que ir ocupando más activamente de mi preparación para presentarme en el Concurso del CONICET.
Pero en el medio de todo esto, tuve tiempo para retomar las preocupaciones políticas. Luego de varios años de durísima represión, donde solamente se escuchaban las voces contestatarias y denunciantes de las Madres de Plaza de Mayo, y las voces metafóricas (pero no por eso menos valientes) del mundo del rock'n roll, especialmente el notable Charly García, quien un más de un año antes había presentado en público y grabado la Canción de Alicia en el País. Era una inteligente y poderosa denuncia de lo que estaba pasando en Argentina en los años de la dictadura militar y del terrorismo de Estado.
El 31 de marzo de 1982, el dirigente gremial peronista Saúl Ubaldini convocó a un acto en Plaza de Mayo, con la consigna "Paz, Pan y Trabajo". Allí fui, con algunos amigos. La policía reprimió con brutalidad y hubo un muerto y diez heridos. Había comenzado la cuenta regresiva de la dictadura.
Al día siguiente, yo estaba viajando a Jujuy. Tenía que elegir el sitio de la Puna donde iba a hacer mi trabajo de campo en el marco del proyecto que estaba preparando para el CONICET. El 2 de abril (mi cumpleaños), Daniel González -que se había mudado a Jujuy unos meses antes-, me estaba esperando. Fuimos a pasear por la ciudad y a buscar cómo viajar a la Puna. Mientras tratábamos de conseguir un vehículo apropiado, nos enteramos de la noticia. Galtieri había comenzado la guerra de las Malvinas, tratando de generar un hecho que evitara el deterioro político de la dictadura. No pudo evitarlo: al contrario, lo agravó con la derrota. La derrota de Argentina en la guerra fue el triunfo de Gran Bretaña, cuya Primera Ministra, Margaret Thatcher, la "Dama de Hierro", consiguió con la euforia del triunfo revertir el fuerte deterioro que estaba sufriendo su imagen entre sus ciudadanos. Al año siguiente, gracias a este repunte de su popularidad, triunfaría rotundamente en las elecciones. Y ello le permitiría aplicar un programa de mano dura, con recetas económicas neoliberales, incluyendo privatización de empresas estatales, eliminación de programas de ayuda social. Para imponerlo, tuvo que acudir a una fortísima represión de una huelga de mineros, a consecuencia de la cual, miles de trabajadores resultaron heridos por la policía.
Yo estaba en Jujuy gracias a una invitación que la Sociedad de Arquitectos de la Provincia (que luego se convertiría en Consejo Profesional de Arquitectos) realizara a Rubén Pesci -con quien yo estaba colaborando desde hacía un año- para dar una serie de conferencias. Rubén me invitó a darlas con él, y allí estábamos.
Luego de las conferencias, salí con Daniel para la Puna. Estuvimos viajando durante diez días. Fuimos a tres lugares: Yavi, Paicone y Barrancas, que habíamos pre-seleccionado tratando de cubrir una gama espacial y de situaciones locales lo más amplia posible.
Al final del viaje, en base a un análisis comparativo de los tres sitios y a la sensibilidad que nos había despertado la relación con cada lugar y su gente, decidimos que el sitio para la realización del proyecto iba a ser Barrancas, una aldea cuyo nombre oficial era Abdón Castro Tolay.
Durante la estadía en Jujuy, mientras Rubén y yo dábamos el curso sobre Arquitectura y Ambiente, conocimos a un joven arquitecto, que iba a colaborar estrechamente conmigo durante varios años: Rodolfo Rotondaro. Rodolfo, además de sumarse al proyecto de Tecnología Apropiada en la Puna, preparó un nuevo curso para Rubén y yo, que se iba a dar varios meses después.
Para el nuevo curso, con Rubén decidimos incorporar también a un ecólogo. Yo propuse (y Rubén aceptó) a Rodolfo Tecchi -a quien había conocido e incorporado a varias actividades durante mi paso por la Universidad del Salvador-, quien también se incorporó al nuevo equipo. Se estaba armando el equipo interdisciplinario -que el año siguiente llamaríamos EIDEA- que tuvo a su cargo la ejecución del proyecto que el CONICET me aprobaría unos meses después.
Ángel Stanich en Sala Aftasí, Badajoz
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Anoche tuve varias sorpresas, agradables a saber: la gran actuación de
Angel Stanich en la Sala Aftasí de Badajoz, un lugar sumamente agradable,
ambas cosa...
Hace 10 años
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