(contra)memorias, por mario rabey


más de cuarenta años de construcción cultural de la Civilización, contra una Civilización que destruye y se destruye


contracultura es la reacción de las culturas

Otras historias

20. Mis primeros pasos en la ciencia: antropología biológica experimental

Jorge Merenzon: El metalúrgico de Flores al sur

Durante el primer semestre de 1975, como tenía que aprobar alguna materia optativa, elegí Geología. Resultaban tan poco atractivas las materias propias de ciencias sociales, que elegí ésta -aunque los que la cursaban eran los estudiantes que se interesaban por la arqueología y yo para entonces, por influencia de Rodolfo Merlino, ya estaba decidiendo optar por la Antropología Social-. Además, me pareció que dedicarme un poco a los minerales iba a completar un poco más mi formación sobre el mundo de los objetos; y que los procesos y estructuras geológicas eran un tema clave para entender al estructuralismo de Claude Lévi Strauss. Por otro lado, la profesora -Paulina Quarleri- aceptaba recibir en sus clases alumnos libres y nos permitía rendir parciales -y de paso aprender para el final-, cosa que no sucedía en todas las materias. Y como uno no se podía inscribir en más de tres materias como alumno regular, con este medio conseguía ir haciendo algunas materias más, para acercarme al objetivo de recibirme lo antes posible y escaparme de la Universidad, que ya parecía un medio cada vez más insalubre.

La materia me resulto muy formativa, como yo esperaba. Pero, además, allí conocí a un personaje extraordinario, que se llamaba Jorge Merenzon. Jorge era un tipo mayor que la mayoría de nosotros -calculo que tendría unos cuarenta y cinco a cincuenta años. El tipo se había chamuyado a la profe y consiguió que ella le asignara la actividad de llevar las muestras de minerales de no sé que depósito en la Facultad a la clase. Eso nos permitía a Jorge y a mí -y a algún otro u otra que no recuerdo exactamente-, quedarnos un tiempo con los trozos de mineral, familiarizarnos con ellos y saber de qué era cada uno. Como parte del conocimiento que evaluaba Paulina era el reconocimiento de los minerales, esto nos ayudó muchísimo.

En medio de la amistad y la complicidad con Jorge Merenzon, me enteré que él era un pequeño empresario metalúrgico, que había organizado una Fundación (la Fundación Antropológica Argentina) y la había instalado en su taller metalúrgico de la calle Zañartú, en Flores Sur.

La Fundación Antropológica Argentina

En la Fundación, había instalado ya un grupo de investigación en arqueología, liderado por Luis Orquera y donde participaban también -entre otros- Alicia Tapia y Ernesto Piana. Estaba también un equipo de etnohistoria, liderado por Ciro René Lafón. Y un laboratorio de palinología, aplicada a la arqueología, a cargo de Carlos Azcuy.

Cada uno de los grupos tenía financiamiento para hacer investigación. El laboratorio de palinología, un equipamiento de avanzada. El grupo de arqueología, dinero para hacer campañas de investigación a Tierra del Fuego (no debía ser nada barato, considerando el precio de los pasajes en avión y de las largas estadías de un grupo de personas). La gente que trabajaba en investigación -y eran unos cuantos- recibía una remuneración mensual bajo la forma de beca.

A todo ello, se sumó un laboratorio de Antropología Biológica Experimental, al cual fuimos convocados Alejandro Núñez Prins (con el cual yo había trabajado como ayudante en su cátedra de Antropología Biológica el año anterior), otro alumno de Alejandro -Renato Scaglione- y yo. El grupo era supervisado por otro profesor que yo conocí allí. Era de La Plata, se llamaba Héctor Pucciarelli, y venía con dos alumnas. Héctor usaba el método y las técnicas de antropología biológica experimental -que contrastaba hipótesis de interés bioantropológico mediante diseños experimentales que usaban como sujeto a ratas Wistar- que había tomadodel bioantropólogo norteamericano Alphonse Riesenfeld y la aplicó en la Fundación gracias a la generosidad y capacidad organizativa de Jorge Merenzon. Y también a su interés por el aprendizaje de la ciencia. Yo le pregunté un día a Jorge por qué empleaba tanto tiempo, esfuerzo y dinero en la Fundación. Me contestó que para él era un privilegio poder aprender de equipos tan formidables y activos.

Maravilloso.Y yo tuve la oportunidad de aprender, en vivo y en directo, el método experimental en la ciencia. Además, cobrando una beca por ello. Realicé un estudio experimental acerca del efecto del hacinamiento sobre el crecimiento, producto del cual fue una presentación en un Congreso científico: el de Arqueología en San Rafael, en 1976, donde organizamos una mesa redonda con los resultados del trabajo de nuestro equipo, que fueron publicados en las Actas del Congreso. Esta fue mi primera presentación en casi ochenta eventos a lo largo de mi carrera científica posterior y la primera de mis más de sesenta publicaciones científicas. El artículo fue realizado con el apoyo de la abundante bibliografía que yo obtenía entonces gracias a mi posición en la Universidad del Salvador (ver capítulo siguiente). Renato realizó un estudio experimental sobre el efecto de las radiaciones ultravioletas en el crecimiento. Y las dos chicas, sobre el efecto de las deformaciones craneanas intencionales, un tema de estrecha relación con la arqueología americana. Héctor Pucciarelli siguió aplicando el metodo y la técnica - y continúa haciéndolo y formando discípulos sobre el tema hasta nuestros días, como lo ponen en evidencia las tesis doctorales por él dirigidas y aprobadas en 1997 y en 2004.

La arqueología de los canales fueguinos, tal como hoy existe, no podría existir sin la Fundación Antropológica Argentina, que organizó expediciones y trabajo de campo en los sitios de Lancha Packewaia y Túnel. No he encontrado ninguna otra mención en Internet sobre la Fundación Antropológica Argentina, -salvo la de mi propio Curriculum Vitae-.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Tuve el privilegio de conocer a Jorge Merenzon, y aprender de el y sus colegas. Yo tenia 16 anios, queria ser arqueologo como el, ahora soy genetista molecular (...parecido).
Gracias por el tributo a Jorge.
Gustavo Kijak

Mariela dijo...

Hola, Mario:

No nos conocimos, porque yo tuve el honor de trabajar con Jorge mucho màs adelante, allà por los 80.
Si buscàs la Fundaciòn bajo el nombre "Asociación de Investigaciones Antropológicas", sì que vas a encontrar referencias. No sè cuàndo se hizo el cambio de nombre.
Un abrazo

¿Qué quiere decir "autobiografía autorizada"?

Lo de "autorizada" quiere decir que el Mario Rabey biografiado autoriza al Mario Rabey autor a publicar todo lo que éste dice. De ninguna manera el biografiado se hace responsable por lo que dice el autor. En cuanto a lo que se dice de otras personas, no podemos dar (ni el biografiado ni el autor) ninguna seguridad de estar diciendo la "verdad". Es la escritura de recuerdos personales. De todos modos, cualquiera que quiera dejar de ser mencionado, que cambiemos lo que se dice, que agreguemos otras cosas, en fin, que modifiquemos los "hechos" aquí presentados, puede dejarnos un comentario al respecto.

Mario Rabey y Mario Rabey


Datos personales

Mi foto
El menor de los cuatro hijos de Benito Rabey y Dora Loyber, nací el 2 de abril de 1949. Trabajé desde los 16 años: asistente en un estudio jurídico (1966-1967), gerente de un grupo de industrias culturales –Manal, Mandioca, Mano Editora, Mambo Show- (1968-1970); artesano (1971-1972). Estudié Antropología en la Universidad de Buenos Aires (1972-1976); he sido docente e investigador universitario -desde ayudante de segunda hasta profesor titular, en diversas Universidades de Argentina y del extranjero, profesor de cursos de postgrado sobre ecología humana, evolución, multiculturalismo y estudios latinoamericanos, investigador científico , consultor en proyectos de organizaciones internacionales, nacionales, empresariales y sin fines de lucro. Formación Postdoctoral: Universidad de Texas en Austin - Comisión Fulbright (1990). Padre de cinco hijos: Pablo (34), Eva (32), Adriana (28), Lucía (26) y Nahuel (12).